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Mayte Vélaz presenta, en la Ciudadela, ‘Coger carrerilla, saltar y dar un abrazo’, una muestra en la que aúna diferentes expresiones artísticas, formatos y materiales

La exposición es un recorrido por la evolución de la producción artística de Vélaz con pinturas, esculturas, dibujos, objetos, esmaltes o un vídeo

 

Mayte Vélaz Sancha presenta, en la planta baja del Pabellón de Mixtos hasta el próximo 19 de julio, ‘Coger carrerilla, saltar y dar un abrazo’, una muestra en la que hace un recorrido por la evolución de su producción artística durante los últimos años aunando expresiones, formatos y materiales. Se pueden contemplar pinturas, esculturas, dibujos, objetos, esmaltes o un vídeo, entre otras obras. Las creaciones están dispuestas por el suelo, las paredes y los paneles, a veces superpuestas unas con otras.

En concreto, el mayor peso de la exposición se concentra en 38 óleos sobre tabla, 63 producciones de esmalte sintético sobre distintos objetos y superficies y 26 dibujos de lápices de colores sobre papel. A ellos se unen, en menor número, esculturas en las que se combinan cobre, aglomerado, madera y cristal; objetos de cementos y escayola, papeles de seda sujetos a alambre y cinta; dibujos de lápices de colores, pinturas para tela en spray, collages y un vídeo. Mayte Vélaz, natural de Tafalla, está licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco (1998).

Un proceso creativo completado durante el confinamiento

El origen de la muestra se remonta a 2016 cuando Mayte Vélaz trabajó en unas esculturas con maderas, aglomerados, cobre y clavos. Posteriormente, a raíz de la exposición ‘Los burros guais’, en 2018, empezó a realizar dibujos con distintas técnicas sobre diferentes superficies, pequeños collages con materiales diversos y esculturas con cemento y escayola. Ya el año pasado, creó con pintura sintética, carboncillo sobre papel y óleo sobre tabla, papel y otras superficies. A esta evolución se ha unido, durante el confinamiento, el uso de los lápices de colores y la grabación de un vídeo.

Así, a los trabajos realizados en este tiempo se han sumado otros anteriores y se han revisado algunas obras antiguas que han cobrado ahora otro significado y han inspirado nuevos trabajos. La exposición muestra parte de un proceso creativo que ha estado en continuo crecimiento y transformación. Incluso, tal y como recoge la presentación del catálogo de Mila Flamarique, lo que ahora se puede ver es necesariamente diferente a lo que habría sido mostrado si la exposición se hubiera celebrado en marzo-abril como estaba prevista inicialmente. Por ejemplo, buena parte de los retratos han sido realizados durante este periodo de confinamiento, coincidiendo con un momento en el que las relaciones personales han estado muy limitadas. Por lo que no puede ser una casualidad la necesidad de plasmación de rostros de personas cercanas que han formado parte de la vida de la artista.

Refexiones sobre tamaños, materiales, colores…

La idea rectora que subyace en el resultado final es, según la autora, lo que dice el título, ‘Coger carrerilla, saltar y dar un abrazo’. Para llegar a ella, de acuerdo a lo que se cuenta en el catálogo, Mayte Vélaz se ha liberado “de una sensación de creatividad reprimida que llevaba bastante tiempo acumulada, y que ha decidido dejar brotar. Reconocer esa liberación ha podido ser el detonante que ha provocado un torrente de actividad, o más bien de hiperactividad, que le ha hecho en este tiempo pasar compulsivamente de un tipo de trabajos a otros. Ha dibujado, ha leído, ha escrito, ha pintado… y todo ello ha sido la materia prima para dar forma a lo que ahora nos presenta”.

En el proceso creativo, la autora se ha planteado optar por obras de tamaño pequeño y mediano ya que ha desarrollado cierta ‘culpabilidad’ por haber hecho trabajos de grandes dimensiones que han complicado su almacenaje, al mismo tiempo que ha reflexionado sobre la necesidad de no contribuir a la acumulación de residuos o de intervenir lo menos posible en el medio. También ha elegido basarse en la reutilización de materiales usando papel, cartón, celofán, madera, tela, plástico o alambre como base. A estos materiales ‘modestos’ se les da una segunda oportunidad y se les revaloriza bien por su textura, su color o su capacidad de transformación a partir de sencillas manipulaciones. Lo simple, lo efímero, adquiere un nuevo valor expresivo en un tiempo en el que el concepto está más presente en nuestras vidas.

Además, ha suprimido las delimitaciones tradicionales de los géneros artísticos y ha unido en una misma obra pintura, escultura, collage, instalación o performance. Del mismo modo, “juega” con la colocación de las piezas, ya que algunas de las instaladas en el suelo podría parecer por su carácter más pictórico que tendrían que estar colgadas en los paneles. Por lo que respecta al uso del color, la gama elegida gira en torno a amarillo, rosa, verde azulado, beige o naranja, pasando de tonalidades pasteles a otras más intensas.

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