Músicas contra la Música
Nunca pensó que la imagen de sí que sus actos le devolverían iba a ser la de alguien que está pronunciándose en contra de la Música como opción personal y sobre todo profesional. Pero así era. Se reflejaba en sus propios actos y en sus palabras. En estas circunstancias: la hija pequeña tiene que decidir si escoge bachiller científico, humanístico, artístico o musical. La idea inicial en la familia, desde un pragmatismo enfocado con la perspectiva de la “normalidad”, era bachiller científico. Esto no ofrecía problemas, claro, desde siempre ha parecido la mejor opción en todo el mundo mundial. Todos contentos. Pero de pronto la hija pequeña empieza a hacerse preguntas, a pensar en su futuro, en qué mundo se ve de mayor, en qué profesiones, en qué ámbitos del saber y del existir. Y se dice y dice: “Pero si yo no quiero hacer nada que tenga que ver con ciencias, si eso para mí no me gusta, no me atrae, no me provoca la curiosidad, no me inquieta (ni para bien ni para mal). La música sí.”
Aquí es donde se empieza a estropear la calma familiar, la idílica fotografía de familia feliz. ¿Bachiller musical?, ¿cómo que bachiller musical?, ¿cuándo se te ha ocurrido eso?, ¿y por qué no el científico, ya que luego puedes seguir con la Música si quieres?
Empiezan las músicas. Los padres: “Bueno, pues cuando termines el curso hablamos y lo pensamos.” La mayor apoya a la pequeña, aunque su opción –de momento- es otra. Se explica: “Va a tener mucha competencia de gente que toca muchas horas, para hacer pruebas por ahí tiene que tener buenas notas en todo, y estar en dedos, y tener repertorio…” Y es cierto, sí, es lógico, es pragmático. Lo que le gustaría hacer luego, aparte de Música, lo puede hacer en la universidad con el bachiller musical. Conflicto generacional: lo que las hijas ven clarísimo a los padres se les hace terriblemente oscuro.
Paseos por la calle pensando en ello, y luchas internas. Y, de pronto, enredada con las voces de las hijas, le viene de algún lugar de la memoria la voz de Teresa Catalán, a quien entrevistaron hace unos años. A Teresa le sucedió algo semejante décadas atrás, la Música tampoco parecía una dedicación seria, no parecía suficiente como elección profesional e intelectual.
Y así se encontró por la calle preguntándose: “Pero ¿qué estoy haciendo?, ¿lo mismo que ha hecho tanta gente, menospreciar los estudios musicales frente a otros que parecen ofrecer mayores seguridades?, ¿mayores seguridades hoy en día?, ¿y qué hemos dicho siempre de la vocación, del arte, de la humanidad?, ¿dónde queda ahora todo eso?, ¿es que ya no sirve?”
Recuerda las explicaciones de Teresa Catalán, ahora compositora y catedrática de Composición en Madrid: “En casa las cosas iban regular porque en el cole mi respuesta era muy rebelde, pero en el conservatorio muy bien. Mi padre se empezó a poner nervioso, porque él estaba convencido de que la nena que toca el piano, muy bien, pero la nena que va a ser pianista igual acaba en el teatro chino de Manolita Chen… Y a mi padre se le encendían todas las alarmas, le daba pavor. Entonces empezó la lucha tremenda de reivindicar en casa aquello que yo tenía tan claro, que era dedicarme a la música. […] Pacté con mi padre, hacer una carrera que entonces se llamaba Comercio, y seguir la Música. Y en el momento en el que tuviera la carrera de comercio, podía elegir lo que quisiera. Mi padre estaba convencido de que yo iba a seguir como empleada en una oficina… y se equivocó, naturalmente. Yo cumplí mi pacto y llegué y le di el papel y le dije “toma, mi parte”.
Se sorprende. Las mismas músicas de todos los tiempos contra los estudios artísticos y musicales. No, no hará eso. La hija pequeña podrá marcar la casilla del Bachillerato que elija. Adelante con la Música.
Consuelo Allué
Esta historia me recuerda hasta cierto punto, a esa canción que cantaba Concha Velasco, “mama…quiero ser artista”. Es cierto que la música en muchos casos es vocacional, como la mayor parte de las artes, pero no hay que perder de vista el influjo de la sociedad en las decisiones de un adolescente.
Es curioso, cuando de repente pones la MTV y ves a grupos, músicos y cantantes, la mayoría de ellos de dudoso talento. Me imagino a Lady Gaga, peleando con sus padres para poder impartir canto, o a Justin Timberlake haciendo pellas en clase para acudir a piano (si, J.T. toca el piano). Obviamente he puesto a dos ejemplos de músicos más o menos exitosos y talentosos (para gustos los colores, a mi me gustan ambos), ¿pero cuantos se quedan en el camino?. Realmente la mayoría de los que estudian canto, solfeo o percusión, ¿lo hacen por vocación o quizás porque sueñan con convertirse en la próxima estrella de los Massmedia?.
Yo personalmente, comprendo la preocupación de los padres ante esa decisión, nos guste o no, el mundo del arte y más concrétamente el del cine y la música, está lleno de imágenes sugerentes y glamurosas que no tienen nada que ver con la realidad. El mundo está lleno de músicos carentes de talento que han terminado sus días tocando en orquestillas de medio pelo o como mucho, en la boda de su prima la de Cuenca.
¿Eso implica que haya que dejar de estudiar música?, ¿Que sea mejor estudiar algo pragmático?…no. Simplemente, que al igual que Teresa Catalán hizo unos estudios complementarios a los de la música, todos deberíamos potenciar la música, pero sin perder de vista algo más práctico. Como artista, se que hay que sobresalir de entre la media para poder ganarte la vida con ello, como artista mediocre, se que si no tienes nada más que tu vocación artística, te mueres de hambre.
Con esto no digo que no haya que soñar, pero para eso están los padres muchas veces, para poner los sueños en la tierra y alcanzar un término intermedio.
PD: Aún estoy esperando el día, en que los jóvenes sueñen menos con ser una estrella repleta de lentejuelas y más con un científico que cura el cancer.
Mediocridad… El ochenta por ciento de las personas (80%), da igual matemáticos, que médicos, que deportistas o que comerciantes, queda en ese maremagnum de la gente corriente, de la ciudadanía, de los ciudadanos anónimos. -Lo cual no tiene por qué ser un problema, si consiguen ser felices y contribuir a la felicidad de los demás (o, al menos, no molestan).-
Menciona usted ser prácticos. ¿Por qué va a ser práctico que alguien a quien no le interesan en absoluto los átomos o los fonemas estudie física o lingüística? Puede ser un excelente profesor de música, o un maravilloso maquetador en estos tiempos de preponderancia de la imagen.
Damos por hecho que hay determinados conocimientos indispensables, y nos equivocamos. Tendríamos que saber más de jardinería, agricultura, alimentación, costura, finanzas y supervivencia en general para ser realmente prácticos y autónomos. Nos engañamos, pero como nos engañamos todos, cuela.
El arte, desde los tiempos de las cavernas hasta este crítico siglo XXI, nos ofrece la posibilidad de ser más humanos. Y no somos conscientes de ello. ¿Hasta cuándo?