Teatro Gayarre: Danza, VORONIA
Mañana viernes 30 de octubre, el escenario del teatro Gayarre acoge la puesta en escena del espectáculo VORONIA de la compañía de danza LA VERONAL.
Compañía de Danza La Veronal Dirección Marcos Morau Coreografía Marcos Morau en colaboración con los intérpretes Dramaturgia Pablo Gisbert–El Conde de Torrefiel y Roberto Fratini Intérpretes Joaquín Collado, Rober Gómez, Jon López, Ariadna Montfort, Lorena Nogal, Shay Partush, Manuel Rodríguez, Marina Rodríguez, Giacomo Todeschi, Diesgo Tortelli, Sau-Ching Wong
La Veronal se hace preguntas, mediante la coreografía, la imagen y el texto. Atendiendo a la creencia católica de que el bien está arriba y el mal está abajo, Marcos Morau y su equipo de dramaturgos en La Veronal, prestigioso colectivo de Barcelona, se han planteado un paralelismo lógico que les ha hecho suponer que el Infierno podría estar en el fondo de esta cueva, en su aclamada creación ‘Voronia’, que fantasea con cómo serían la vida cotidiana y las rutinas en el sitio donde el mal se origina y se gesta.
QUÉ o bien DÓNDE está el Mal? La Veronal se lo pregunta, mediante la coreografía, la imagen y el texto, en su nueva creación 2015. Y, en busca de una respuesta enigmática al enigma del mal, se adentra simbólicamente bajo tierra, en la cueva más profunda del mundo, una cavidad llamada Voronia que se sitúa en el Cáucaso occidental y que aquí se convierte en una alegoría de lo indecible: un vacío, incluso el lugar de una aterradora indiferencia, donde toma forma la apasionada tendencia de la humanidad a usar el pretexto del bien y de la inocencia para alcanzar todo tipo de violencia. Un vacío, un centro de gravedad donde el Dios único de mil religiones se convierte en la mejor razón para hacer lo peor; donde una humanidad alucinada, casi sin darse cuenta, va bajando todos los niveles de su abismo moral, todos los círculos de su Hades, sin parar de festejar y festejarse; acompañada de todos los ídolos y símbolos y rituales y decálogos que se ha inventado para creer; convencida de ir hacia arriba mientras una fuerza irresistible la precipita hacia una total, subterránea y banalísima ausencia de bien: la revelación, tal vez, de que no hay ya nada por revelar; o la revelación de que el centro de gravedad donde se reúne todo lo más grave (“il mezzo al quale ogni gravezza si rauna” del que hablaba Dante), el corazón mismo del infierno, es también el lugar más superficial, el más normal de todos. Y no tiene fondo.
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