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Visita guiada a la exposición de María del Villar Berruezo

Exposición Contra viento y marea/ Oztopoak oztopo sobre la vida y obra de la artista María del Villar Berruezo De Mateo

El sábado 3 de noviembre, a las 12:00 h, se realizará una visita guiada.

El lunes 15 de octubre, Día de las escritoras, a las 18:30 h, se inauguró en la Biblioteca de Navarra, la exposición Contra viento y marea/ Oztopoak oztopo, sobre la vida y obra de la artista María del Villar Berruezo De Mateo (Tafalla, 1888- San Sebastián, 1977). En el acto de inauguración, la bailarina Surya Belloso Aoiz, interpretó El amor brujo de Falla, en memoria de la actuación de María del Villar en la inauguración del Casino de Biarritz, en agosto de 1929.

En la exposición se aprecian fotografías, programas, carteles, objetos personales, vestuario, libros, retratos, apuntes y bocetos ejecutados por artistas plásticos de su época, todo ello entretejido con testimonios de la bailarina y escritora a través de su correspondencia, entrevistas y obra publicada.

La muestra se puede visitar del 15 de octubre al 15 de noviembre de 2018.
El horario de visitas es de lunes a viernes, de 17:30 a 20:30 h.
Los sábados: de 11:00 a 13:30 h.

María del Villar Berruezo De Mateo

María del Villar Berruezo De Mateo nació en Tafalla en 1888. Salió de su ciudad natal en 1910 con la ilusión de realizar el sueño de dedicarse al arte y comenzó en Madrid el aprendizaje de actriz, primero, y de bailarina, después. Debutó como danzarina en Lisboa en 1915, con el nombre artístico de Noré. Junto a otros artistas de la época recorrió sin tregua un sinfín de escenarios, de Vigo a Algeciras, de Barcelona a Madrid. Su voluntad y necesidad de profundizar en la raíz de la danza, le convirtió en estudiosa de la historia, el arte pictórico, la música, el vestuario… Carácter, rigor, fuerza, veracidad, son adjetivos que se acomodan muy bien a la trayectoria que la condujo hasta París, donde a partir del año 1920, deslumbró a un público versado en espectáculos con su elegancia de movimientos, el lujo de sus vestidos y su original puesta en escena. María del Villar conoció el éxito en los más importantes escenarios de Europa. También bailó en África y Latinoamérica para otro tipo de público que igualmente la recibió con aplausos y reconoció su valía.
No fue fácil para ella trazar el itinerario de sus sueños. Logró ser artista “contra viento y marea”. Su biografía está cincelada por el esfuerzo constante. Cuando Europa entró en guerra, María del Villar halló refugio en Angola y Mozambique, países que despertaron su inquietud literaria y le abrieron las puertas a la publicación de artículos, reseñas, columnas, poemas y relatos
en la prensa escrita, así como a la divulgación de temas relacionados con la danza en distintas emisoras de radio. La transición entre la extensa carrera de bailarina y la de escritora, se produjo como una continuidad de la esencia artística de María del Villar.
Publicó tres libros de poemas, dos de relatos y una novela, y dejó otros tantos textos inéditos, algunos sin concluir. Jamás se olvidó de su lugar de nacimiento, infancia y primera juventud; dos de sus libros de narrativa cuentan las andanzas y avatares de una chiquilla, la Villarica, que poseía la capacidad de ver un poco más lejos que la mayoría de las criaturas de su edad. Falleció en San Sebastián en 1977, en casa de sus familiares, a donde llegó desde París, la ciudad en la que residió la mayor parte de su vida.
Cuando el Ayuntamiento de Tafalla la homenajeó en agosto del año 1970, María del Villar se mostró como una mujer feliz de regresar al lugar de su nacimiento. Era la bailarina y escritora del mundo, la viajera que había conocido a infinidad de artistas del ámbito del espectáculo, la modelo de excelentes pintores y retratistas, la persona que trató por igual a aristócratas que a las mujeres del servicio doméstico residentes en la capital francesa, la elegante y esbelta parisina que jamás olvidó a la Villarica. “Cree en el milagro –dice uno de sus personajes- y éste llegará”. Ella creyó, se arriesgó, se esforzó y se entregó a sus sueños. “Todo son sueños”, afirmó rotunda en la última etapa de su vida.
La fundación que lleva su nombre, recogió a los ciento veinticinco años de su nacimiento la cosecha de sus sueños en esta exposición que ahora se muestra en la Biblioteca de Navarra para compartirla con quienes deseen disfrutarla.

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